
El pragmatismo del poder
En el contexto político de nuestro municipio, donde los intereses personales a menudo eclipsan el bienestar colectivo, el pragmatismo se convierte en una herramienta peligrosa. Este artículo analiza cómo los líderes, como el alcalde de nuestra ciudad, han adoptado posturas que favorecen la corrupción mientras proclaman el bienestar social.
La dualidad de la política local se manifiesta a través de decisiones que parecen insignificantes, pero que tienen profundas implicaciones. Los poderes en juego, muchas veces invisibles para la ciudadanía, terminan moldeando una realidad en la que la venalidad se convierte en el estándar. Por ejemplo, proyectos de infraestructura que prometen generar empleo, pero que en su ejecución benefician a un pequeño grupo de contratistas vinculados al gobierno.
Esto nos lleva a preguntarnos: ¿hasta qué punto el pragmatismo justifica acciones que, a simple vista, parecen ser para el bien común? La respuesta, desafortunadamente, sugiere que el fin justifica los medios, estableciendo así un precedente dañino en la política donde la corrupción se normaliza.