
Poder y Austeridad en Tianguistengo
En medio de un discurso oficial de “austeridad republicana” que promete poner “al pueblo por encima de todo”, la realidad en Tianguistengo es alarmante. Mientras cientos de familias luchan contra caminos en ruinas y servicios públicos insuficientes, el alcalde aliancista de Morena-Panal, Febronio Rodríguez, celebró una ostentosa fiesta de 15 años para su hija. Con más de 500 invitados y la actuación del famoso Komander, este evento dejó al descubierto la desconexión entre el poder y el pueblo que debería representar.
Despliegue de Riqueza
La fiesta, a pesar de ser un evento familiar, se convirtió en un símbolo de la desigualdad y el privilegio. Las preguntas surgen: ¿dónde quedó la ética del “no mentir, no robar, no traicionar”? En la celebración, los políticos como Sinuhé Ramírez Oviedo y la alcaldesa Isabel Ramírez Mercado destacaron, mostrando que la política se alimenta de estos eventos, solidificando sus vínculos mientras el pueblo permanece a un lado, como mero espectador sin voz.
El Pueblo como Escalón
Mientras los educadores, los trabajadores de servicios públicos y los ciudadanos en general lidian con las vicisitudes diarias, la corrupción y el nepotismo se disfrazan como parte de la cultura política. Esta situación resalta que, en la política actual, el pueblo es visto más como un escalón para alcanzar el poder y los privilegios.
Reflexión Crítica
El festín no sólo representa un acto privado, sino una potente manifestación de la política de privilegios. Es un recordatorio de que el verdadero poder se ejerce no por el bien común, sino por el enriquecimiento personal y el fortalecimiento de relaciones políticas. A medida que la gente ve pasar los siglos siendo ignorada en sus necesidades, la fiesta de la 15 años se convierte en un eco ensordecedor de la continua lucha por la justicia social.
Un Llamado a la Acción
En este contexto, es vital que la sociedad se despierte y se niegue a esperar casi un siglo para rechazar con su voto a aquellos que prometen el cambio, pero cuya actuación demuestra lo opuesto. En conclusión, felicitar a la quinceañera no debería ser un acto que oscurezca el verdadero problema: la hipocresía y desconexión entre los poderosos y el pueblo de Tianguistengo.