
Un Retrato del Movimiento Estudiantil
Socorro (la espléndida Luisa Huertas) es una abogada de los pobres que vive en Tlatelolco, obsesionada en vengar la muerte de su hermano Jorge, a manos del ejército. Cincuenta años después, con la ayuda de su colega Candiani (Juan Carlos Colombo) y el servicial Sidartha, está a punto de cobrar esa venganza. Aunque el filme ‘No nos moverán’ toca el tema del movimiento estudiantil del 68, queda claro que su verdadera conexión es la búsqueda de una venganza fraternal y no un análisis del contexto sociopolítico. La fotografía en blanco y negro de César Gutiérrez Miranda destaca al igual que la ambientación, creando una atmósfera que invita a reflexionar.
La Representación del Dolor y la Resistencia
El universo creado por el director es interesante pero carece del humor negro que podría aportar profundidad al relato. Sin embargo, la actuación de Huertas es lo que sostiene la narrativa, haciendo que el espectador se involucre emocionalmente. A través de la exploración de la venganza, también se redescubren las heridas abiertas en la memoria colectiva de un país marcado por conflictos en su historia. Aquellos que han vivido de cerca los eventos de Tlatelolco pueden ver reflejados sus propios sentimientos de traición e impotencia.
Venganza y Justicia en el Cine Mexicano
Este filme no solo es un relato de venganza, sino también un ecosistema que recuerda la lucha por la justicia en México. La presentación de estos temas en un contexto cinematográfico es vital para mantener viva la memoria del pasado y para cuestionar el presente. El movimiento estudiantil de 1968 no solo son recuerdos lejanos; sus ecos resuenan en las luchas contemporáneas de los estudiantes en el país.
Cine y Activismo: Una Conexión Necesaria
Películas como ‘No nos moverán’ son esenciales para entender la relación entre el cine y el activismo. Al abordar temas difíciles y de actualidad, el cine puede abrir espacios de diálogo y reflexión. A medida que celebramos el cincuenta aniversario del movimiento, es importante recordar quiénes éramos y quiénes somos. La narrativa se convierte en un puente entre generaciones, recordándonos que la lucha por la justicia nunca termina.
En conclusión, el cine se convierte en un medio para explorar temas de gran relevancia social y política, al tiempo que pone en el centro la voz de aquellos que han sido olvidados.