
La Corrupción Estructural de la Estafa Siniestra
La recuperación de más de 100 millones de pesos en las pesquisas de la Estafa Siniestra en Hidalgo son la radiografía política de la malversación pública que condenó al crecimiento sin equidad social que edificó el antiguo régimen, donde la ciudadanía experimentó la exclusión, la farsa democrática y el encumbramiento de una élite política sin escrúpulos.
Empero, ¿qué debemos entender por corrupción estructural? La connotación inmediata a nivel de la ciencia política, perfila una condición sistémica desde las estructuras básicas del Estado -poderes públicos, instituciones formales y reales- que son utilizadas de manera sistemática para pervertir el sistema político y causar control social. Por ende, la corrupción se institucionaliza mediante códigos y esquemas de opresión y subordinación burocrática que, como resultado, desvirtúan el ejercicio público.
La Estafa Siniestra es un hecho de corrupción estructural donde de manera sistemática se utilizó al aparato de Estado y sus instituciones para crear malversación pública. En esta atmósfera se entrelazaban las redes de poder que en cascada ramificaban el desvío de fondos públicos a través de eslabones de una cadena interminable de prebendas, permitiendo a funcionarios públicos amasar grandes fortunas.
Implicaciones de la Corrupción Política
La cadena estructural de la corrupción de la Estafa Siniestra se une a una conducta de perversión política que tiene más capítulos y apéndices de los que se pueda narrar. La conducta política del antiguo régimen generó una “poliarquía de corrupción”, donde la casta política era juez y parte. Existe un cuestionamiento sobre hasta dónde continuarán las pesquisas en tiempo y espacio, siendo esta una inquietud del pueblo.
Las pesquisas de la Estafa Siniestra iniciadas por Santiago Nieto Castillo, y extendidas en la labor de Francisco Fernández Hasbún, revisten la punta del iceberg de una problemática más extensa en México.
Las Consecuencias de la Corrupción en Hidalgo
Este fenómeno no permite concebir a la corrupción como un “hecho ratón”, es decir, no se trata de una malversación pública aislada, sino que es una columna vertebral que ha lubricado el poder de la élite política por décadas. Las acusaciones y los arreglos legales deben ser repensados en el contexto del uso de la represión y las prácticas ocultas que perpetúan este sistema corrupto.
La corrupción estructural es una de las raíces del sufrimiento social en México.